Camareras
Hermanas Morao Primeras Camareras de la Virgen del Valle
Son pocos en Nueva Esparta quienes aún recuerdan a Prisca Alfonzo de Morao y a su hija María Morao, unas mujeres de la sociedad insular de antaño y con una gran vinculación en lo eclesiástico.
Ellas a finales del Siglo XIX y hasta avanzado el Siglo XX, fueron las encargadas de no sólo vestir a la Virgen del Valle, sino de confeccionar y armar lo que usaba la Patrona del Oriente. Ellas no sólo fueron sus camareras, mucho antes de que ese término se acuñara, sino que eran las creadoras de todo lo que vestía.
Conocer la historia de estas mujeres no ha sido tarea sencilla, pues su legado ha sido invisibilizado en la historia. Fue gracias al cultor Fernando Fernández que supimos que la nieta de María Morao y bisnieta de Prisca Alfonzo estaba de visita en la isla de Margarita.
Anabel cuenta que su visión de esta historia es la de una niña, que hasta los siete años pudo ver como vestían a la Virgen del Valle y que luego de esta edad lo tuvo prohibido porque ya tenía el suficiente raciocinio para contar lo que veía.
Su madre y su abuela fueron parte de una familia de notables porlamarenses y ante su relación con la iglesia se les encomendó atender a la Virgencita. Explica que la tarea no solo era arreglarla o escoger un vestido, su madre y su abuela se involucraban en todo lo que llevaba la imagen.
Anabel recuerda con cariño que su abuela le hacía la mantilla con la técnica de tejido “Frivolité” y elaboraban los vestidos con hilos importados, de hecho en casa de su abuela estaba un gran closet en el cual se guardaban los vestidos. Una tradición que se ha mantenido es que se escogían tres vestidos para la bajada, festividad y la subida.
Para ella era fascinante la dedicación de su madre y abuela ante la Virgen. Explica que en junio las niñas de Margarita donaban clinejas de cabello con el que se confeccionaban las peluquitas de la Virgencita.
Para ella, una niña en ese entonces, todo era parte de un juego, por lo que las clinejas las usaban para jugar, hasta que su abuela se daba cuenta y la regañaba.
Las clinejas eran guardadas en seda y enviadas en cajas a Caracas para elaborar las peluquitas.
Cuando retornaban armadas a Margarita se colocaban en un molde del tamaño de la cabeza de la virgen y se hacían los bucles, para esto se tomaban los mechones y se les untaba una mezcla de linaza y limón, se dejaba enrollado por varias semanas, para que se arme el bucle.
Asegura que las peluquitas eran combinadas con los vestidos y cada detalle era pensado a la perfección. Contó que el trabajo de su bisabuela y abuela fue el ejemplo que tomaron las camareras que le sucedieron.
Señora Belén Sánchez
Doña Belén, como cariñosamente se le llamó, es recordada por su incansable y dedicada labor al servicio de Dios en la Iglesia San Nicolás de Bari en Porlamar, la del Cristo del Buen Viaje en Pampatar, y en la del Valle del Espíritu Santo, en la que por más de 50 años se encargó de vestir la imagen de la Virgen. La señora Belén Sánchez nace en la ciudad de Pampatar, el 31 de marzo de 1900. En 1940, la señora Belén Sánchez de Mata se suma como asistente a la señora María Abraham quien para entonces fungía como camarera de la virgen; el trabajo desempeñado por ambas era fuerte y abarcaba muchas cosas, se encargaban de vestirla, y arreglar el trono en forma de corona y el altar mayor donde se celebraba la santa eucaristía.
Finalizando la década de los años 40, la señora Belén Sánchez de Mata asume la función como camarera oficial de la sagrada Imagen de la Santísima Virgen Del Valle. Decía su hija Cecilia respecto de su madre: «pasaba todo el año haciendo flores artificiales, ese material con que ella hacia las flores, se los traía desde los Estados Unidos, un devoto de la Virgen, el Sr. Alcides Rondón. Ese Señor amaba tanto a la virgen que le decía a mi mamá: Dime que te traigo, que necesitas, para la madre. Ella le decía consígueme el Cilaber (es un tipo de cinta) y con unas piezas de hierro que las ponía en un anafre a calentar con unas almohadillas y trazaba las flores, las moldeaba con la pieza de hierro y luego las armaba, era un trabajo largo y laborioso, pero ella era muy feliz haciendo este tipo de trabajo»; tiempo después se fueron uniendo a la labor de la señora Belén, la Sra. Carmencita de Romero y la Sra. Luisa de Rojas, ambas de Juangriego y la Sra. Luisa Berbín de la Asunción, encargándose del cuidado de las flores, la importación de las telas y las alfombras que se utilizarían para las festividades.
Doña Belén fallece luego de una larga enfermedad, el 9 de junio de 1991, en la ciudad de Porlamar.
Señorita Cecilia Mata Sánchez
A la mano del señor, atribuye Cecilia Mata Sánchez, la labor otorgada de cuidar a la Reina de los Pescadores durante los cambios de vestimenta.
“Es un privilegio, tocar a la madre, sentirla de cerca, vestir a la Virgen marinera es algo muy grande”. Mata, católica y fiel creyente de la virgen, amable y agradecida señora de cabello blanco con voz jovial, viste a la Patrona desde antes de la muerte de su madre, de quien heredó la labor cuando enfermó. Pero es desde el año 1991 cuando Monseñor César Ramón Ortega, obispo de la Diócesis de Margarita, para aquel entonces, la nombra oficialmente camarera de Nuestra Señora del Valle.
Cecilita, como cariñosamente se dio a conocer, fue un ser especial que a través de su don y alto ompromiso, porque en sus detalles, la elegancia y pulcritud en la vestimenta, adornos y arreglos florales a nuestra irgen, tenían que expresarse los símbolos de umildad, amor, esperanza y sobre todo, el don ajestuosa como madre de cristo Jesús. Su cercanía emocional con la virgen del valle, la llevó a interpretar momentos que trascendieron en situaciones reales, en especial, el de la vaguada de 1999.Una misión cumplida fielmente hasta el 3 de julio de 2023, cuando dejó de existir. una tarea sin horarios para una mujer decidida, disciplinada, detallista, tenaz y comprometida. Así fue "cecilita", una fiel semblanza del arraigo demostrado durante 32 años, cubriendo con tejidos de fe y encajes de esperanza a la virgen del valle.
Camareras Actuales
Con la muerte de la Srta. Cecilia Mata, la gran responsabilidad de vestir y engalanar a Nuestra Señora del Valle, Patrona del Oriente Venezolano, quedó a cargo de las Señoritas Gricel Hernández y Ana Carmen Mata, las cuales se encargan del arreglo de la sagrada imagen, cuidando cada detalle durante todas las festividades.
Las Srtas. Gricel y Ana Carmen asistieron durante muchos años a su antecesora Cecilia Mata, de quien aprendieron la delicada tarea de vestir y adornar a la Sagrada imagen de nuestra excelsa Patrona la Virgen del Valle.
Con amor y entrega, las camareras Grisel Hernández y Ana Carmen Mata, cuidan de cada detalle de nuestra excelsa Madre. Dedicando en forma totalmente desinteresada parte del tiempo personal a sus cuidados, su veneración y la propagación de su devoción.
Todos los años las camareras se reúnen en compañía del párroco de la Basílica, para organizar y seleccionar los trajes, cortinas, faldones y flores que lucirá la sagrada imagen durante sus festividades.
Apoyo a la Basílica
Pedro Clavel Cedeño
Pedro Clavel, hombre que refleja humildad y sencillez en su hablar y caminar, de profunda fe y entrega, fue en sus tiempos de mocedad y juventud, en el Santuario de Nuestra señora del Valle, cuando era párroco el Pbro. Juan Heredia Piñerua, que empezó a realizar el honroso oficio de bajar y subir la sagrada imagen de Nuestra Señora del Valle junto con el Sr. Agustín González, (quien desempeñaba ya la función de bajar y subir la imagen), Comenta que los días 1 y 8 de septiembre, eran sagrados para ellos y que fue muy especial y grato cumplir esta grandiosa labor junto al Sr. González, de quien obtuvo conocimientos para ejercer esa gran responsabilidad, de tener la imagen de la Virgen del Valle en sus manos, para así entronizarla y llevarla más cercana a su pueblo.
“Es una gran responsabilidad tener en mis manos, la purísima imagen de Nuestra Señora del Valle”, y refiere con exactitud que “son veintiún escalones, desde el camarín hasta el altar mayor, que se recorren para bajar y subir a la santísima virgen”
Daniel Cedeño
A partir de los 7 años, comienza a acudir a la iglesia en compañía de su madre Vidalina de Cedeño, quien en vida fuera fiel devota de la Virgen del Valle, y es desde los 10 años de edad, cuando inicia su servicio en el altar como monaguillo, posteriormente, pasa a laborar en el museo Diocesano de la Virgen del Valle durante 4 años. En tiempos de Monseñor Carlos Romero y el Pbro. Roger Faneite es nombrado Sacristán de la Basílica Menor Nuestra Señora del valle, hasta la actualidad. Comenta que fue una alegría muy grande, porque esto le daría más cercanía a nuestra madre.El acto de subir y bajar la Imagen de Nuestra Señora Del Valle. Una gran responsabilidad.“Es algo muy delicado, uno debe ser más responsable. Se siente una emoción muy bonita interiormente, estar más cerquita, tocarla, cuidándola, custodiándola, día y noche. Es tener esa dicha, que sólo ella concede, de estar tan apegado a ella.”
Al llegar sus fiestas, en ese inicio del mes, el más esperado para los margariteños y el resto del país, refiere que al abrir sus puertas en el camarín el 01 de septiembre, le embarga una emoción muy grande para su bajada, y verla recorrer su balcón principal y bajar a través de las escaleras internas, en manos de los sacerdotes y tenerla aún más cerca de todo su pueblo, en su trono de fiesta, que se ubica en nave lateral.
A lo largo de los años, desempeñando esa labor tan importante y de gran responsabilidad, hay anécdotas y momentos que han marcado su vida dentro de la basílica, comenta que “una de ellas fue la vaguada vivida el 07 de diciembre de 2008, cuando me tocó subirla antes de tiempo porque corría mucho peligro por la inundación que ocasionó el desbordamiento del rio del valle, me vine corriendo desde mi casa, me persigne antes de salir, y entrando en contra de la corriente a la iglesia, la conseguí arrinconada en su trono, en medio del lodo, troncos, vidrios rotos, piedras, me vi en la obligación de sacarla en medio de la corriente y salvaguardarla en su camarín principal, y fue solo ella estar arriba, y de inmediato bajó y calmó el nivel del agua”
“Ser el sacristán, y el responsable principal de la seguridad y salvaguardar a la Virgen Del Valle, ha sido el mejor privilegio que me ha pasado en la vida”